Casi toda una vida con diabetes. Esa es la historia de Daniel Albero, el primer piloto de motos con esta enfermedad que ha participado en la prueba más dura del mundo del motor: el Rally Dakar 2019. Tras varios años intentándolo, su sueño se hizo realidad. Y no fue una tarea fácil. Meses y meses de mucho esfuerzo y sacrificio que por fin tuvieron recompensa.
El Dakar siempre ha sido un escaparate de superación, pero en algunos casos también un espejo que pone a la sociedad delante de sus propias discriminaciones. Daniel Albero es un buen ejemplo de ello. Ha sido el primer diabético en correr el Dakar y han tenido que pasar nada menos que 41 ediciones para que esto sea posible. Ha tardado tanto, básicamente, por falta de apoyos económicos de hecho, afrontó el rally sin el apoyo de una asistencia que le reparara la moto cada tarde pero, al menos, fue autorizado por la organización, cosa que no siempre ha sucedido.
"A mí no me dejaban participar en carreras de motos cuando tenía 14 años, por ejemplo. En algunos rallies tampoco. No pude hasta los 18, de ahí mi empeño de ahora. Estoy trabajando para los jóvenes, derribando paredes en la sociedad y a la vez, animando a los diabéticos a que hagan deporte", relataba a MARCA.
Su odisea por tierras peruanas empezaba el pasado día 6 de enero, tomando salida en Lima y dirigiéndose a miles de personas: "Los sueños se cumplen, hemos trabajado mucho para conseguir estar en esta línea de salida y este Dakar. Va por vosotros".
Cuatro años de lucha y sacrificio
Mucho tiempo intentando competir en el Dakar. Cualquier otra persona hubiese tirado la toalla, pero la lucha de Daniel, apoyado por mucha gente que le ha estado apoyando día tras día, hizo que uno de sus sueños se cumpliese.
"¿Con diabetes se puede competir en el Dakar?"
Su nombre pasará a la historia como el primero con diabetes tipo 1 en participar en el Rally Dakar. Tras la primera etapa del 7 de enero en la que el valenciano terminaba satisfecho y "con buenas sensaciones" empezaron a aparecer los primeros problemas con su moto Azucarilla, bautizada así por sus seguidores. La segunda y la tercera fueron muy duras, lo que hicieron que el valenciano decidiese abandonar debido a problemas en su moto y un resfriado, que traía ya desde España, que le produjo fiebre y le ha pasado factura estos últimos días hasta tal punto de abandonar la competición.
"La moto no llegó en buenas condiciones, apenas he descansado un par de horas esta noche. Tengo muchas llagas en los pies que me impiden caminar bien y el resfriado no se va, pese a medicarme. Me levanté con fiebre y no quiero empezar la etapa maratón encontrándome mal, pues lo primero es la salud y el autocontrol, más aún, siendo diabético tipo 1", comentaba Albero.
Daniel aseguró que pudo completar sin problemas el tramo cronometrado de la tercera etapa, que tenía 331 kilómetros, en los que disfrutó como nunca. Sin embargo, lo que le mermó fueron los más de 460 kilómetros que debía hacer después por carretera hasta llegar al final de la etapa en la ciudad de Arequipa, un tramo que no es de competición y que solo sirve para llegar al campamento final del día.
Albero pensó que esa distancia podría hacerla en unas cinco o seis horas, pero no conocía las condiciones de la vía, cuyo asfalto está desgastado y con múltiples baches. Además del tráfico pesado que suele transitar por ella, lo que hace que ese trayecto se haga en no menos de nueve horas.
Todo esto hizo que Albero decidiese no tomar salida en la cuarta etapa entre Arequipa y Moquegua. El valenciano marchaba en la posición 118 de la clasificación general. Debido a su enfermedad, la cual le obliga a controlar constantemente su nivel de glucosa en sangre gracias a un dispositivo que tenía instalado encima de su moto, poniendo fin a su aventura en el Dakar.
Mucho tiempo intentando competir en el Dakar. Cualquier otra persona hubiese tirado la toalla, pero la lucha de Daniel, apoyado por mucha gente que le ha estado apoyando día tras día, hizo que uno de sus sueños se cumpliese.
"Las sensaciones fueron muy buenas ya que no venía con las condiciones adecuadas para finalizarlo. Acabé tres etapas y cada una de ella había que celebrarlas. La tercera fue la más dura y la que más me gustó".
Ahora, tras haber disputado parte de una de las pruebas de motor más duras que existen, quiere ser un ejemplo para muchas personas que tienen la misma enfermedad.
"Quiero ser un icono para toda la gente con diabetes que quiera hacer deporte. Las personas con esta enfermedad sufrimos mucho ya que cada momento del día tenemos que estar pendiente de ello. Estoy luchando por el futuro de los más pequeños para que no se encuentren en el día de mañana con todas las barreras y los problemas que tuve yo cuando era un niño", expresa Albero.
"Además, quiero demostrar que los diabéticos podemos hacer deporte y que no tenemos que escondernos por el miedo al rechazo. No pasa nada por poseer esta enfermedad, pero hay que tenerla pendiente siempre: cuando nos levantamos, cuando comemos, cuando hacemos el amor...", dice.
Primer Dakar, el segundo puede venir el año que viene, pero para ello Daniel tiene claro con qué condiciones se presentaría: "Si vuelvo a disputarlo tiene que ser con una serie de circunstancias que me hagan ver que todo va a salir bien, ya que no acudiré estando en las mismas condiciones, sobre todo en lo que se refiere al tema económico".
La vida del valenciano nunca ha sido fácil. De estar al borde de la muerte tras pasar una meningitis aguda siendo un niño, a tener una neumonía que le hizo estar tres meses en cama. "Recuerdo como me ataban a la cama en el hospital con cuerdas en las manos y los pies, además de darme muchos pinchazos".
"Me salvé por los pelos, por entonces entre el 70 y el 80 por ciento de afectados no lo superaba. Yo lo hice, pero al año contraje la diabetes tipo 1".
Una enfermedad que, curiosamente, le iba a limitar más socialmente que por las propias particularidades del tratamiento. "Yo al principio la escondía, pero al final la tomé como una compañera de viaje. Hay más discriminaciones de las que nos pensamos. En mi primera empresa de autobuses -es conductor en su vida fuera de la competición- no quisieron llamarme después de hacer las prácticas, y era por la diabetes, aunque luego se informaron y rectificaron. Sólo ahora, por ejemplo, nos podemos presentar como candidatos a formar parte de la Policía en Valencia y pronto será igual en toda España. Hay demasiados prejuicios. Una diabetes bien cuidada no te limita, somos personas normales", argumentaba.
Y qué mejor manera de demostrarlo que afrontando el mayor reto del deporte del motor: correr el Rally Dakar. Para ello, Albero contó con la ayuda de un medidor de glucosa continuo en su moto que monitorizó el estado de su nivel de azúcar. "Llevo una mochila con dos depósitos, uno para agua y otro con una 'pócima', algunas dosis extra de insulina por si tengo que pasar la noche en el desierto y también más comida que los demás. En carrera es como en la vida normal, te tienes que controlar tu enfermedad y si lo haces correctamente, no tienes ninguna limitación especial".
De hecho, cree que un diabético podría luchar perfectamente por el triunfo en el Dakar.
"Yo no pude montar en moto de niño porque no me dejaban hacer ningún tipo de deporte, pero alguien que empiece de joven y no tenga esas trabas, que no se refieren a su problema, podría luchar por ganar. Hay otros ejemplos de deportistas de élite diabéticos, como Nacho, el jugador del Real Madrid", apuntaba el valenciano. Al lateral blanco, diagnosticado de diabetes a los 12 años, le dijeron que tendría que dejar el fútbol...
La experiencia de Albero en el Dakar no fue a ser muy diferente respecto a lo que ha sido su vida, donde siempre ha encontrado más obstáculos en el camino que en la meta.
"Llegar aquí fue muy difícil, en los dos últimos meses he estado más tiempo con charlas y búsqueda de patrocinadores que a veces entrenando y montando en moto. La crisis afectó mucho a mi familia y no hemos podido aportar mucho al presupuesto, así que había que buscarlo. A veces me pregunto si no ha sido más duro esto que lo que me espera en el Dakar".
Incluso una mala caída de última hora, que le provocó una fractura en la mano, estuvo a punto de tirar por tierra su trabajo de años. Pero llegó satisfecho del trabajo, no sólo de preparación para el Dakar, sino también por la transmisión del mensaje: "En estos días de charlas muchos padres me abrazaban porque decían que era como un icono para sus hijos. Mi ejemplo les animaba a empezar a cuidarse. Que te den las gracias así es algo increíble". Es la primera recompensa de una lucha fuera de las pistas.
"He pasado por momentos muy duros. Mi vida no ha sido nada fácil, ya que en mi época la medicina no estaba tan avanzada como está hoy en día. Además de que me diagnosticaron diabetes a los diez años, tuve una perdida familiar muy dura. Todo esto se sumó a que tuve que cerrar un restaurante por la crisis", comenta Daniel.
Esta frase le cambió la vida al valenciano: "Tras una charla que acudí, una persona contestó que si que se podía, ya que tenía un hijo con esta enfermedad. Me agarré a eso como si no hubiese un mañana. Fue lo que me dio un poco de luz en el túnel", expresa el español.
Ahora, tras varios años conviviendo con la diabetes, todo el mundo le reconocerá como el primer deportista que compitió el Dakar teniendo esa enfermedad. Daniel Albero es ya leyenda.
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