Me acaban de comunicar que soy diabética. Lo descubri hace tres meses
cuando acudi al ginecólogo y una analítica reveló que tenía el azúcar
por las nubes. Mi páncreas no llega ni a la mitad de su capacidad y
dejará de funcionar en algún momento. Para eso voy con una neverita con
la insulina a todas partes. Afortunadamente, mi vida no ha cambiado en
nada más. Bueno, ahora llevo un medidor en el brazo y el móvil me dice
cuál es mi nivel de glucosa. Y, además de la insulina, siempre voy con
sobres de azúcar a todas partes".
Ahora
se que debo vivir con una enfermedad crónica y tengo una intuición
sobre cuál es su causa.
Durante los últimos años he estado sometida a
una situación emocional complicada.
No he vivido la infancia de mi hija
como a mí me hubiera gustado.
Cuando todo se relajara, sabía que mi
cuerpo iba a decir: 'Ahora reacciono yo'”.