Hammad Faleh, de 32 años, salió de Siria junto con su mujer y sus tres hijos en 2012 para huir de los horrores de la guerra. Son muchos los refugiados sirios que se han visto obligados a abandonar sus hogares y a buscar protección en Jordania. Hammad sobrevivió a la guerra pero ahora libra una ardua batalla contra una enfermedad crónica, la diabetes, en otro país. Sin acceso a medicación, la vida de Hammad corre peligro.
«Llevo casi media vida tratándome de la diabetes», señala el antiguo profesor de inglés mientras toma asiento en la sala de espera y le pide a su hija Sham que se entretenga dibujando mientras habla con el personal de la OMS. «Sin embargo, desde que empezó la guerra en Siria, es difícil controlar mi estado. Todo esto complica mucho las cosas para mí y mi familia», señala mientras espera pacientemente a recibir insulina para su diabetes. Hammad tiene diabetes de tipo 1 desde hace más de 14 años.
Jordania acoge actualmente a más de 630 000 refugiados sirios registrados; un 85% aproximadamente no vive en campos de refugiados sino en algunas de las zonas más pobres del país. Una parte importante se consideran personas muy vulnerables. Cerca del 6% de los refugiados adultos de Jordania padecen diabetes.
Tratamiento de las enfermedades crónicas durante una crisis
Para el tratamiento de su enfermedad Hammad depende de los servicios de salud prestados por organizaciones no gubernamentales. «Antes de la guerra, vivíamos cómodamente en Daraa y mi diabetes era fácil de tratar», comenta. «Tenía acceso periódico a médicos, la alimentación adecuada para controlar el azúcar en la sangre, y las consultas y medicamentos eran gratuitos. Después los medicamentos se encarecieron mucho en Siria: a veces el doble o el triple del precio normal. Me resultaba imposible controlar la diabetes. Ahora venimos a clínicas como esta para recibir el tratamiento».
Desde noviembre de 2014, los refugiados sirios registrados que viven en campos tienen derecho a servicios de atención de salud gratuitos a través de establecimientos públicos en Jordania. Los refugiados que viven en las comunidades pagan lo mismo que los jordanos sin seguro médico. Aunque las personas vulnerables pagan tasas subvencionadas, el costo es elevado para refugiados como Hammad.
«Pago de media 30 dinares (unos $42) al mes por el tratamiento», explica Hammad. «No es fácil porque no tengo ingresos regulares. Ayudo en una verdulería de vez en cuando, pero por la diabetes muchas veces estoy tan débil que no puedo trabajar. Gracias a Dios no hay ningún otro enfermo en la familia».
Además de la carga financiera, mantener una dieta con un índice glucémico bajo (que incluya alimentos como frijoles y lentejas) es un gran problema para Hammad. «El arroz y el pan son baratos», señala, «y no podemos permitirnos mucho más».
Ayuda de la OMS
El Ministerio de Salud y las organizaciones no gubernamentales que trabajan en Jordania reciben ayuda de la OMS, que facilita medicamentos, actualiza las directrices nacionales y ofrece formación sobre el tratamiento de las enfermedades no transmisibles.